martes, julio 10, 2007

Los árboles mueren de pie // Alejandro Casona

¿Nunca les ha pasado necesitar un libro y no tenerlo a mano? Creo que es una de las sensaciones más terribles que le pasan a un lector de refugio. Y hay algo todavía más interesante qué pensar... Porque yo estoy convencido que hay momentos en la vida en que ese "necesitar" un libro, está puesto en el sentido más estricto de la palabra: un fragmento, una frase, una serie de palabras que nos hacen recordar lo que necesitamos decirnos a nosotros mismos en ese momento preciso. Ya sé que eso tiene poco o nada que ver con el arte, pero de nuevo... a veces pasa. Y cuando pasa, es bueno saber que hay un gran arte allá afuera, dándonos una mano. O sea, gente que se las ingenió para ayudarnos de alguna manera a ganarle a la vida.

Una de las cosas más interesantes cuando eso pasa es que a veces el libro que uno necesita no es de tus libros favoritos, ni de los mejores libros que leíste. Hay libros recurrentes, hay libros que pasan sin dejar huella, hay otros que podrían hacerlo si no fuera por algunas situaciones puntuales de tu vida. Odio los libros que están fabricados para volverse recurrentes. Es como esas parejas que están siempre ahí para ti, que construyen su vida alrededor tuyo, pero sin ella no son más que un casco vacío, no tienen un alma propia. Creo que lo mejor que le puede pasar a un libro es que el lector se enamore de él y lo busque por lo que significa el libro en sí, luego por lo que significa el libro en la vida del lector. Y como este blog está hecho para hablar de la literatura no como una forma inaccesible y superior del arte para entendidos, capaz alguno de ustedes entienda lo que quiero decir.

Primera y posiblemente última vez que posteo sobre una obra dramática. Bueno, quizás algún día Shakespeare. Pero creo que todas las obras teatrales que leí las leí mientras estuve en el colegio. O sea, lo impresicindible. Me divirtieron sana y buenamente, me gustaron algunas más que otras, y de aquellas he visto representadas muy pocas. Pero hay un par en especial que sí se me quedaron pendientes en la mente, como en estado latente hasta el día en que pudiera darles una reinterpretación. El punto es que como amo la narrativa, estoy acostumbrado a admirarme por recursos estilísticos, técnica, estructura. En la obra dramática hay de todo eso, pero en una forma absolutamente distinta. Y cuando esos recursos me faltan, siento lo que leo ligero, como una historia en bruto. Pero eso no quita que tenga la capacidad de golpearte. De hecho, si lo pienso muy muy bien, probablemente lo hace incluso mejor cuando pasa.

Esta obra la leí ya no me acuerdo ni cuando. Me acuerdo dos cosas muy puntuales: que me encantó y que me enamoré perdidamente del personaje de Isabel. No estaría mal hacer un top 10 de amores literarios, y creo que ella estaría ahí. Probablemente poca gente la pondría en el suyo, pero qué importa, déjenme con mis gustos raros. Cuestión, nunca podré explicar exactamente qué es lo que me pasa con este libro. No lo he leído tantas veces como averiguarlo, capaz nunca lo haga. Hoy lo habría leído y no lo tengo a mano. Mañana probablemente preferiré leer otro. Me acuerdo que la escena en que describen los ojos de Isabel fue el momento en que pensé que uno sí se puede enamorar de un fantasma literario. Y me acuerdo que el momento en que la abuela afronta la verdad sobre el final de la obra, me parece una de las escenas más desgarradoras de la literatura universal.

Hoy me hubiera gustado tenerlo. Pero al menos encontré un fragmento en uno de mis cuadernos. No es suficiente para recuperar el sentimiento. Pero sí para hacer lo que tengo que hacer y llevarme esa lección que dejó Casona, por si algún día alguien la necesitaba. Él dice que los árboles mueren de pie. Yo digo entonces que sí, que pase lo que pase, morir no es tan malo, pero que, ciertamente, sobrevivir no es tampoco tan perfecto como parece.

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Recomendable: Antes de cualquier competencia que se sabe muy dura. Cuando por dentro algo se quiebra pero necesitas permanecer fuerte a la vista de todos. Cuando necesitas aprender por qué algunas batallas valen la pena ser peleadas aunque estén perdidas de antemano.
Se lo regalaría a: ¿Ahorita? A mí.

Ficha técnica:

Casona, Alejandro
Los árboles mueren de pie - Edaf S.A.
1984
112 p.; 11x17 cm.
ISBN: 8471668882




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"Balboa: Pero, ¿De dónde vas a sacar fuerzas?

Abuela: Es el último día, Fernando. Que no me vean caída. Muerta por dentro, pero de pie. Como un árbol."

6 comentarios:

liliana fuentes dijo...

últimamente he estado extrañando este libro. Actué como Isabel cuando tenía doce años. Ahora tengo 22 y extraño esa historia, extraño esa época, extraño la magia

Anónimo dijo...

...Si la locura es eso, bendita sea la locura. Benditos los ojos que me miran aunque no me vean. Bendita su mano en mi cintura aunque no sea más que un sueño...
...Pero la primera vez que Mauricio, sin voz casi, me dijo “¡querida!”, aquello ya no era una palabra: era una cosa viva que se abrazaba a las entrañas y hacía temblar las rodillas. Era como si fuera el primer día del mundo nunca se hubiera querido a nadie antes que nosotros. Por la noche no podía dormir. “¡Querida, querida, querida..!” Allí estaba la palabra viva rebotándome en los oídos, en la almohada, en la sangre. ¡Qué importa ahora que Mauricio no me mire si él me llena los ojos! ¡Qué me importa que el ramo de rosas siga diciendo “mañana” si él me dio fuerzas para esperarlo todo! Si no hace falta que nos quieran… ¡Si basta querer para ser feliz, abuela, feliz feliz…!!!

mil veces he necesitado un libro...hoy necesitaba este... tampoco lo tuve a mano...pero gracias... gracias por dejarme recordar...gracias por dejarme enamorar nuevamente de este libro tan maravilloso...

Anónimo dijo...

llegue de casualidad y mucho tiempo dsp de hacerse el post, pero me permitto firmar porq en muchas cosas q escribiste me senti muy identificado.
es un sentimiento q todavia no puedo traducir a palabras, pero no solo me pasa con la literatura, con libros...pero si con la musica, o con pinturas..q seyo, decir "el arte" me resulta muy extenso..pero podriamos utilizar esa expreison ahroa..y qiero decir, q lo mas bello q producen las manifestaciones artisticas en nosotros, es q no podamos describir que es lo q nos producen!
realmente no se si fui claro..disculpen si fue asi...jaja
y yo q no soy un convencido del enamoramiento, y del amor...al leer la manera en q mauricio describe los ojos de isabel, o cuadno isabel habla con la abuela sobre lo q significa mauricio en su vida...a uno le dan ganas de enamorarse asi no?? jaja
gracias por el post, mcho tiempo dsp de haberlo hecho jaja

Anónimo dijo...
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Witold Brostow dijo...

Estoy de acuerdo con todos los comentarios arriba. El momento cuando Mauricio describe los ojos de Isabel encanta el lector y es algo unico en la literatura - y tambien en el teatro. Mis dramaturgos favoritos son:
Aleksander Fredro, Alejandro Casona, Bertolt Brecht y Friedrich Dürenmatt.

Agustina dijo...

Que lindo relato que escribiste! Me siento completamente identificada con este libro y sobre todo con con respecto a los libros que extrañas, si podemos decirlo de alguna manera.

Saludos, Agustina