domingo, junio 01, 2008

Los motivos del lobo // Rubén Darío

He estado pensando mucho sobre el perdón este fin de semana. Ayer anduve por la imprenta revisando las pruebas finales de la versión extendida de A mil metros del invierno (con el lanzamiento del 26 andamos todos en Arkabas de lo más nerviosos), y releí el epílogo que cierra el libro. Habla justamente del tema, de esa idea de pedir perdón por una serie de eventos que no estoy seguro de que uno pueda controlar. Un poco como decir "perdón por existir". Salimos de la imprenta con mi diseñador y antes de dejarlo le pregunto qué perspectivas tiene para su vida. Entonces me dice: "Vivir. Vivir para morir". Ah... ya conozco a Arkaboy y sé que es otra de sus gracias, pero capaz esta vez ha dado en el clavo. Yo no vivo para morir, sino que lucho contra la muerte para sentirme vivo. ¿Tiene algún sentido? Creo que sí. Creo que justamente la muerte es parte de mi vida y que eso genera cambios en mí. La semana pasada, en Buenos Aires, tuve que confrontar directamente esta idea, supongo que ya dejaré la anécdota para otro momento. Pero el tema es que con todo el nerviosismo del lanzamiento, mi proceso de superación del viaje a Buenos Aires y una serie de cosas más, he terminado dándome cuenta de que no le he dedicado suficiente tiempo a estos espacios conmigo mismo. Así que consideré traer mis pensamientos profundos a este lugar, donde finalmente tengo derecho a decir y pensar lo que me dé la gana sin que nadie me lo recrimine o se asuste de lo que hago. Touchè, juzgamiento.

Quizás porque es mi poema favorito o quizás porque tiene que ver con este tema preciso (y otros muchos acontecimientos de la semana), me decidí a postear poesía por primera vez. No creo que se repita, al menos no en un futuro cercano. Últimamente muchos periodistas me han preguntado por qué no escribo poesía cuando mi narrativa es tan... "poética". Ah... la eterna pregunta que uno se da el gusto de contestar como quiera. Podría decir que porque no quiero, pero la verdad es que no es lo único que hay en juego. Quizás porque para la poesía necesitas un alma entregada a sentir y yo creo que más bien soy un alma que siente por su incapacidad de entregarse del todo. Otra razón para pedir perdón.

Los motivos del lobo es mi poema favorito por una razón muy simple: me identifico absolutamente con uno de los personajes. Ni con los granjeros ni con San Francisco de Asís. Con el lobo. El lobo de Gubbia, el lobo malo que devora a los pastores y a los ganados, pero que lo hace con una buena razón. El lobo que trata de ser domado solo para descubrir que su lugar está en el bosque, que algunas veces, aunque las personas quieren vernos felices a su manera o artistas a su estilo, hay criaturas que tienes que dejar disfrutar de la vida como la disfrutan. Jamás seré una línea paralela como el bueno de San Francisco. Soy una montaña rusa como el lobo, soy picos y caídas y rupturas y renacimientos constantes. Es bueno tener una respuesta para el típico qué soy yo. Una respuesta que dure un tiempo, al menos. Mañana pensaré otra cosa o no tendré respuesta. Esa es la clase de cosas que me hacen disfrutar la vida como una copa de la que puedes beber todo lo que quieras, pero nunca estarás seguro de qué sabor te dejará en el paladar. Y ya saben, usuarios de este whisky doble, que seguir tomando de la copa es la única manera de descubrir nuestro sabor favorito.

Más tarde recibo un mail de un amigo suizo que me dice una frase de lo más simple, pero sumamente pertinente: "Just your unique expression of what feels good to you. Enjoy the ride as much as you can". Eso quiere decir: "Solo tu expresión única de aquello que te hace sentir bien. Disfruta el viaje tanto como puedas".

Ah... Exactamente eso es lo que he venido haciendo, ¿no? Declaro aquí y ahora que me gusta la vida como una montaña rusa. Que me gusta vivir en el monte del invierno helado, aunque eso signifique tener que cazar de vez en cuando. Que prefiero el sepia o el blanco y negro antes que el color. Que no me gustan los colores brillantes. Que sonrío siempre que puedo y que estoy cansado de que me digan que no puedo demostrar cuando estoy triste. Que si no quieren oírme, no me escuchen. Pero no me pidan que me calle (soy, después de todo, un escritor cargado de demasiadas voces). Y sobre todo que agradezco todo. Los errores míos y de los demás, las cosas que me dicen con honestidad (aunque duelan) y las cosas que me dicen porque se preocupan por mí. Pero que, al igual que el lobo, sigo haciendo lo que debo hacer y sé exactamente cuál es mi lugar en el monte. Y aunque San Francisco viva feliz en su convento y piense que no hay mejor lugar para acceder a su dios, el lobo duerme tranquilo en la cueva, solo, y feliz de saber que el mismo dios que el santo tanto adora, le dio colmillos para defender su libertad de todos. Hasta de los bien intencionados.

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Recomendable: Para aquellas personas que son temidas o para aquellas personas que temen a otros. Para que entiendan que en el miedo solo crece la distancia.
Se lo regalaría a: G.
Whisky con link: Los motivos del lobo

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"Como en torva lucha habló el animal
la boca espumosa y el ojo fatal:
'Hermano Francisco, ¡no te acerques mucho!
Yo estaba tranquilo allá en el convento,
al pueblo salía,
y si algo me daban estaba contento
y manso comía.
Mas empecé a ver que en todas las casas estaba la ira
y en todos los rostros ardían las brasas
de infamia y de lujuria, de odio y mentira.
Hermanos a hermanas se hacían la guerra,
perdían los débiles, ganaban los malos;
hembra y macho eran como perro y perra,
y un buen día todos me dieron de palos.
Me vieron humilde, lamía las manos,
seguía tus sagradas leyes:
Hermanos hombres y hermanos bueyes,
hermanas estrellas y hermanos gusanos.
Y así me apalearon y me echaron fuera
y su risa fue como un agua hirviente
y de entre mis entrañas revivió la fiera
y me sentí lobo malo de repente.
Mas siempre mejor que esa mala gente.
Y recomencé a luchar aquí,
a me defender, a me alimentar,
como el oso hace, como el jabalí
que para vivir tienen que matar.
Déjame en el monte, déjame en el risco,
déjame vivir en mi libertad.

Vete a tu convento, hermano Francisco,
sigue con tu vida y tu santidad."

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Daniel: Soy una de esas personas que tiene la suerte de conocerte... No es que seas una persona sencilla de entender, pero quién lo es cuando bulle tanto dentro de sí, que se refleja en este blog y otras cosas que haces.
Sí pues, a lo mejor no todo el mundo te comprende. Pero allá ellos. Se pierden de lo mejor, de un super amigo, de una persona con demasiado talento, de un lobo al que tal vez temen, pero no saben de cuánto es capaz...
Saludos!!!

Ron dulce dijo...

Hola. Felicidades por tu obra, tendré que leerla

En cuando a whisky doble, me gusta de Nicaragua el Ron Flor de Caña, doble con cara de triple (como decía una actríz colombiana De Francisco).. si es Centenario MEJOR, 12 años añejo, también me llega el Gran Reserva