Ocúltalo en la oscuridad antes de que haga demasiado daño,
y no lo dejes nunca descubrir el lado puro de la luz, no dejes nunca
que admire el brillo de tus ojos o la facción exacta de un movimiento que no buscabas dar. Ocúltame,
bajo la superficie, entiérrame como si nunca hubiera existido, como si fuera un gran error que no se puede resolver, como si te humillara. Viérteme en el rostro los rezagos del temor, parte en dos mi vientre y destroza mis rodillas para que no me atreva a andar
en busca del reflejo de verdad, la condición de un ser humano que se precia de bailar ligero, ante los ojos de todos. No me dejes ser nunca más que la sangre que brota
cuando el prisionero escupe la lengua degollada por sus propios dientes.
y no lo dejes nunca descubrir el lado puro de la luz, no dejes nunca
que admire el brillo de tus ojos o la facción exacta de un movimiento que no buscabas dar. Ocúltame,
bajo la superficie, entiérrame como si nunca hubiera existido, como si fuera un gran error que no se puede resolver, como si te humillara. Viérteme en el rostro los rezagos del temor, parte en dos mi vientre y destroza mis rodillas para que no me atreva a andar
en busca del reflejo de verdad, la condición de un ser humano que se precia de bailar ligero, ante los ojos de todos. No me dejes ser nunca más que la sangre que brota
cuando el prisionero escupe la lengua degollada por sus propios dientes.
1 comentario:
Dolor, secreto, pena, arrepentimiento. Cuando no existe marcha atras...
Cecilia
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