miércoles, mayo 21, 2008

Armas en arados

Vuelvo convertido en el hombre fuerte cuya mirada es capaz de devastar a quienes una vez me hicieron daño. Ya no le temo a los espejos ni a las muchachas de ojos claros ni a los imbéciles de migraciones ni a las calles y sus reflejos.

Y sin embargo, no busco venganza ni despertar envidia. Busco simplemente el tránsito ligero de quien da un paso sin pensarlo y puede por eso darse el lujo de olvidarlo.

Quizás por ello me he vuelto tan implacable. Sí. Quizás en eso consiste esta fortaleza forjada de cicatrices. En volver convertido en sanador a donde una vez fui un asesino.

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