Hace dos días me contaron una historia que me llamó mucho la atención. Sabemos que el whisky Swing (ese whisky de Johnnie Walker que todos quisiéramos tener en nuestro bar) viene en una presentación poco común: se trata de una botella que, al ser colocada sobre una superficie, se mece de un lado a otro, por lo que no cae aún cuando la empujen o la muevan.
Resulta que ese whisky fue preparado especialmente para un capitán de barco... En una superficie plana, en movimiento, cualquier objeto caería (es lo que ocurría con los whiskys no tan sofisticados que tomaba el dichoso capitán), así que el sr. Alexander II creó especialmete esta botella, la cual, debido a su constante movimiento, podía adaptarse a la inestabilidad del barco.
Y entonces, solo puedo encontrar muy pertinente venir a este blog a preguntarme... ¿No es finalmente eso lo que he tratado de hacer? ¿Estamos más seguros parados sobre la superficie y aferrados a ella? ¿O es que nuestra única posibilidad de permanecer es mecernos con la marea, dejarnos llevar en un oscilamiento constante y ajeno a nuestro control? Quizás, al igual que esa botella, permaneceremos en movimiento, pero lejos de la destrucción que seguramente nos alcanzaría si buscáramos un único centro en el cual fijar nuestra vida.
Ajenos a ese movimiento, a veces la ilusión de nuestra propia debilidad nos hace buscar ese centro, asustados como estamos de perdernos en la oscuridad de los extremos, sin saber que no mucho más allá, lejos del tumulto que se aglutina en busca de una falsa salvación, existe un espacio donde podríamos dormir seguros, sostenidos en los extremos de una red que solo pide, como único precio para darnos la protección de su abrazo, que la acompañemos en su incesante movimiento.
Resulta que ese whisky fue preparado especialmente para un capitán de barco... En una superficie plana, en movimiento, cualquier objeto caería (es lo que ocurría con los whiskys no tan sofisticados que tomaba el dichoso capitán), así que el sr. Alexander II creó especialmete esta botella, la cual, debido a su constante movimiento, podía adaptarse a la inestabilidad del barco.
Y entonces, solo puedo encontrar muy pertinente venir a este blog a preguntarme... ¿No es finalmente eso lo que he tratado de hacer? ¿Estamos más seguros parados sobre la superficie y aferrados a ella? ¿O es que nuestra única posibilidad de permanecer es mecernos con la marea, dejarnos llevar en un oscilamiento constante y ajeno a nuestro control? Quizás, al igual que esa botella, permaneceremos en movimiento, pero lejos de la destrucción que seguramente nos alcanzaría si buscáramos un único centro en el cual fijar nuestra vida.
Ajenos a ese movimiento, a veces la ilusión de nuestra propia debilidad nos hace buscar ese centro, asustados como estamos de perdernos en la oscuridad de los extremos, sin saber que no mucho más allá, lejos del tumulto que se aglutina en busca de una falsa salvación, existe un espacio donde podríamos dormir seguros, sostenidos en los extremos de una red que solo pide, como único precio para darnos la protección de su abrazo, que la acompañemos en su incesante movimiento.
2 comentarios:
Me regalaron vasos (para whisky) con esa característica. Hermosos.
Te dejo un beso.
Hola saludos, trabajo en u. Restaurante me dio mucha curiosidad el modelo de est botella pregunte al bar tender y me contó que est botella fue fabrica para el gran viaje que realizo el Titanic en su travesía por el transatlántico ya que a moldA a cualquier superficie ya sea con movimiento o sin ella... Dato muy curioso ... Saludos pasen bien
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