No sé, nunca he sido muy fanático de los premios Alfaguara. Alguna época les daba un poco más de importancia, pero definitivamente son más mercadeo que otra cosa. Puede que ligue como puede que no. Nada que ver con, por ejemplo, el premio Herralde, donde cada año te preguntas qué tan bueno será el libro, pero sabes que de 3.5 no baja. He leído premios Alfaguara que he calificado con menos de 2 estrellas en mi ranking personal. Ya, desde luego eso no quiere decir nada, es una visión absolutamente propia, pero creo que hay libros que, francamente, me han hecho perderle un crédito tremendo a esta editorial. Por ejemplo, El turno del escriba, una novela que es un ejemplo perfecto de un avión que llega a una aceleración brutal en tierra, pero que nunca llega a despegar. Tampoco soy un fanático de Abril rojo. He tenido varias discusiones al respecto, pero en fin.
Delirio llegó a mí en la forma de un regalo. Mi hermana (vaya un beso grande para ella en su primer día de la madre) me lo regaló unas vacaciones, el día antes de que yo me volviera a Argentina. Me dijo que lo había leído y que a ver qué me parecía. La llamé a los pocos días diciéndole que lo había empezado y que estaba muy emocionante. Al día siguiente no toqué el tema del libro hasta que ella me preguntó. Y tuve que decirle la verdad: "como que la segunda mitad decepciona, ¿no?". "Psé", me dijo ella, "pero quería saber si era solamente yo".
Mirando mi ranking, veo que le puse 2.5. Eso significa "pudiste ser mucho mejor...". Capaz es un poco abusivo, pero creo que quizás no hubiera sido tan duro con ella si no tuviera el rótulo gigante de cuchucientasmil copias vendidas y ganadora del premio y demás. El argumento es francamente brillante: un hombre vuelve de un viaje y encuentra a su mujer completamente loca. Cómo y por qué ha ocurrido tal cosa es lo que se propone descubrir, y entra así, sin pretenderlo, a un mundo oculto y peligroso, donde se mezclan el narcotráfico, la guerrilla colombiana y el misterioso pasado de su mujer. La novela posee pasajes verdaderamente abrumadores y emocionantes, y llega a un clímax quizás demasiado temprano, porque de un momento a otro, como es la locura, todo lo que se había construido con minuciosidad y calma termina por derrumbarse antes de tiempo, dejándonos con varias páginas todavía por leer, pero que podrían tranquilamente no estar más allí. En fin, odio cuando eso pasa. Hay novelas que levantan vuelo demasiado tarde, como hay otras que caen antes de tiempo. Ambas cosas son imperdonables, pero lo primero es considerablemente menos grave. Delirio termina por convertirse en un ejercicio que fracasa al ligarse demasiado a otras novelas semejantes a su generación, al alejarse de su argumento simple pero terriblemente envolvente y efectivo.
Pero para no ser cruel con esta novela, creo que vale la pena decir que sí la recomiendo. No me la compraría, pero sí diría que vale la pena pedirla prestada y echarle un ojo. Deja el sinsabor de que pudo ser algo más, pero por otro lado sus buenos momentos también la hacen una novela que no se olvida fácilmente. Lo que es yo, no vuelvo a comprar un premio Alfaguara solo por el rótulo, claro está. Pero tampoco dejaré de estar atento a los andares de Laura Restrepo. Puede ser que, como otros antes que ella, llegue el momento en que despegue y todo haya valido la pena.
Recomendable: Para cuando queremos algo muy sudamericano, que te sumerja muy rápido y que no te cree grandes expectativas.
Se lo regalaría a: Alguna persona de esas que conoces una noche y con la que te llevas increíble, pero cuando siguen viéndose descubres que fue cosa del momento.
Ficha técnica:
Restrepo, LauraDelirio - Alfaguara
2004
352 p.; 24x15 cm.
ISBN: 958-704-145-3
"Supe que había sucedido algo irreparable en el momento en que un hombre me abrió la puerta de esa habitación de hotel y vi a mi mujer sentada al fondo, mirando por la ventana de muy extraña manera. Fue a mi regreso de un viaje corto, solo cuatro días por cosas de trabajo, dice Aguilar, y asegura que al partir la dejó bien, Cuando me fui no le pasaba nada raro, o al menos nada fuera de lo habitual, ciertamente nada que anunciara lo que iba a sucederle durante mi ausencia, salvo sus propias premoniciones, claro está, pero cómo iba Aguilar a creerle si Agustina, su mujer, siempre andaba pronosticando calamidades, él ha tratado por todos los medios de hacerla entrar en razón pero ella no da su brazo a torcer e insiste en que desde pequeña tiene lo que llama un don de los ojos, o visión de lo venidero, y solo Dios sabe, dice Aguilar, lo que eso ha transtornado nuestras vidas."
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