A veces pasa. Uno va por la vida, cargado de ilusiones, pensamientos bien encaminados, dudas, hechos. Todos los días desayuno, salgo de casa, camino hasta el trabajo, cumplo con mis horarios y vuelvo a casa o acudo a alguna reunión de trabajo o me junto con los amigos, o con mi novia, o mil etcéteras más. Y esa es la vida del día a día, ese es el inevitable mapa de lo que normalmente es uno. Pero algunos días pasa algo en el camino, por insignificante que sea, un detalle que escapa al ojo común, como hoy, por ejemplo, que encontré un perro muerto en la calle y al detenerme a verlo me sentí triste, con lo que llegué a mi oficina y mi jefe me regañó (una vez más) sabrá Dios por qué, pero se detuvo porque percibió mi tristeza, con lo que me quedó tiempo para pensar que quizás no estoy a gusto en este trabajo y me gustaría dedicarme a la idea del negocio propio, lo cual me lleva inevitablemente a la sensación extraña de que algo está cambiando.
Y esos días me pregunto si la vida no estará más bien en ese perro muerto que nadie más que yo recuerda.
2 comentarios:
al menos alguien lo recuerda, eso es un buen presagio.
pocas veces te dejo plasmada aquí mi visita, pero te hago un reconocimiento con mucho cariño, besos.
http://otrabenditacausalidad.blogspot.com/2008/02/arte-y-pico-gracias-ispilatze.html
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