jueves, marzo 27, 2008

Tommaso y el fotógrafo ciego // Gesualdo Bufalino

Amo la lluvia. Creo que es lo que más extraño de Buenos Aires. En Lima no llueve, aunque es cierto que el tener el mar tan cerca me hace olvidarme a menudo de ese detalle. Pero lo cierto es que hay pocas sensaciones parecidas a caminar bajo la lluvia oyendo música o echarse en la cama con un buen disco de fondo mientras la música se mezcla con ese ruido delicioso de gotas derramando en el cristal. Puede ser que el invierno todo me gusta. Que el invierno es uno de mis temas recurrentes y demás.

Lo pensaba hace unos días, cuando me sentía encerrado en un cubo. Una amiga me dijo que dibujaba cubos cuando se sentía encerrada. Así que cuando me sentí acorralado, lo practiqué. Supongo que mi amiga debe hacerlo en papel, pues ahora mi pared está llena de cubos y mi casa llena de preguntas al respecto. En fin... pero al final también me di cuenta que un cubo puede convertirse en un refugio si uno le pone las condiciones. Debería decírselo a mi amiga, que tan a gusto se siente conmigo en Arkabas, nuestro refugio del mundo. Desde aquí puedo contemplar el universo, salir y hacerle frente con una fuerza renovada; saber que hay cura para cualquier herida, en fin, dejarme llevar por el ruido que tanto me place escuchar. Pero eso sí, siempre me va a faltar la lluvia. La lluvia que representa esa excepción: la posibilidad de sentirme pleno en el mundo de allá afuera, de disfrutar el daño del mundo como siendo invulnerable a él al saberse dueño de un rincón propio, intocable.

Y todo esto no es más que una forma de vida. Una forma de vida que ya el maestro Bufalino se preocupó de convertir en una novela. Una novela fantástica, claro está. Como todo lo que hace Bufalino. Esta, su última novela (y para muchos su mejor obra), nos cuenta la historia de Tommaso Mulè, un conserje, o portero, ex-periodista y escritor, que se ha refugiado en el sótano de un edificio italiano y desde allí observa al mundo con una visión crítica, inquisitiva, artística. Por una de aquellas peripecias de la vida, se ve involucrado en un extraño incidente que lo obliga a repensar su confinamiento y optar por la posibilidad de resolver un misterio que solo él puede ver como un hecho concatenado.

Extraordinaria combinación de metanovela y experimentación lingüística, Tommaso y el fotógrafo ciego es una construcción desconfiada y desconfiable, donde el lector se ve a menudo cuestionándose la confiabilidad del narrador, de los hechos, de la novela en sí, no solo de esta, sino de cualquier tipo de creación mental.

Absolutamente imprescindible, esta novela 5/5 estrellas es una verdadera joya entre la constelación literaria de Bufalino, de la literatura italiana y del universo de las letras.

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Recomendable: Para cuando la agorafobia nos toma por completo y el mundo se convierte en un observatorio silencioso.
Se lo recomendaría a: Esas personas que prefieren sentarse en las esquinas de los cafés para observar a la gente.
Whisky con disculpas: No encuentro la portada del libro, ni siquiera en la página oficial. Maldito Herralde.

Ficha técnica:

Bufalino, Gesualdo
Tommaso y el fotógrafo ciego - Anagrama (Panorama de narrativas)
1998
240 p.; 13x20 cm.
ISBN: 8433908561

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"De niño me encantaba el rumor de la lluvia. Por las mañanas, sobre todo, en la duermevela cuando la sentía llegar confusamente a mis oídos, entre los vapores de un sueño plomizo, con el estrépito de una pajarera; o bien emulando el ruido de pisadas, de muchos pies, como una marcha o un sálvese quien pueda.

'¡Aquí estamos! ¡Llueve!', me decía una voz sin sonido. Un simple anuncio nada más, pero suficiente para suscitar en mí un estado de alegre inquietud..., una especie de omnibulación de los setidos que, libres ya de los fantasmas de la noche, ofrecían a los albores de la conciencia una golosa y plácida limpieza de la mente. Sabía entonces que era hora de levantarme de la cama, de lavarme, de vestirme..., pero me sentía demasiado tentado a disfrutar un poco más de las últimas escaramuzas entre las gotitas de agua de los cristales, cuya cadencia se acompasaba a la música que surgía dentro de mí unas veces apresurada, otras grave..., ora rock, ora misa cantada."

martes, marzo 25, 2008

Juramento de la lluvia

Yo tengo un pacto con la lluvia, muchacha: yo me dejo empapar por ella, siempre que aparece salgo vestido de gala para que arruine mis mejores trajes y jamás, por nada de este mundo, cargo conmigo un paraguas. A cambio, tengo la libertad de esperanzarme en una recompensa cualquiera. Y mi única recompensa hoy por hoy puedes ser tú. La lluvia no es benevolente, y eso me reconforta. Me empapa como si el mar me cubriera y se volviera una segunda piel sobre la mía, me hiela desde los nervios hasta el alma, me hace desear estar en casa, me hace desear estar contigo. Y jamás amaina cuando estoy, por ejemplo, esperando por un colectivo, cuando simplemente estoy fuera y por ese pacto no camino bajo los balcones sino en la intemperie, para permitir que me torture de esa manera dulce y enervante que sólo conoce la lluvia, entre sus tantos secretos. No, no es benevolente. Aprovecha toda promesa para obligarte a cumplirla hasta la infinitud. Pero de la benevolencia uno no puede esperar más que piedad, compasión, ayudas que no hacen demasiada diferencia. En cambio de la lluvia, de una lluvia que se niega a darme nada a cambio, sé exactamente qué esperar. Y lo único que yo logro arrancarle con las uñas empapadas por su velo eterno desdoblándose sobre mí, lo único que espero, es la espera misma. Es este vivir ya no soñándote, sino amaneciendo de los sueños para esperar que se me cumplan. Me hago fuerte esperándote porque mis dolores son insoportables pero solo quiero transitarlos, solo quiero estar mientras el tiempo se regocija y saber que tú estarás algún día, que mi esperanza aún la llevo conmigo y todo, pese a todo, con todo, sobre todo lo demás. Te extraño y te seguiré extrañando. Pero si la lluvia aún no ha roto con el eco de mi voz, si mis palabras te han llegado, tal vez algún día podamos pararnos bajo la lluvia y saber que es la misma en cada lado del espejo, del mundo, de estas ciudades que nos son ajenas. Quizás ambos podamos sonreír para sentirnos cerca, cerrar los ojos. Y ahí, al abrirlos, descubrir que estamos juntos, mirando el mar, extrañándonos por gusto, porque nuestras miradas convergen y nuestras manos se han enmarañado en una dulzura infinita que solo conoce aquél que ha aprendido, después de tormentas y marejadas, a esperar.

miércoles, marzo 12, 2008

Rigor mortis // Daniel Zúñiga-Rivera

Por Gladys (Arkabas)

Conocí a Daniel cuando decidimos formar la Editorial Arkabas. La empresa respondía a un sueño de Daniel y a un despertar en mi vida. Golpeada por la muerte de mi padre y la de mi hermano, decidí que no podía dejar mis ideas dormidas. Me lo debía y se lo debía a quienes, sin desearlo, me habían dejado perdiendo en el camino la posibilidad de terminar sus sueños o empezar algunos. Y así empecé a escribir hace un poco más de tres años y cada palabra, cada letra que puse en esa historia me llevaron, sin proponerlo, hasta aquí, hasta Daniel, hasta Arkabas.

Una tarde en la que estábamos organizando todo lo de la editorial, Daniel llegó con su manuscrito y con un favor en la boca. Me estaba dando el honor de reseñarlo y acompañarlo en el panel de su presentación.

No les voy a mentir, tenía miedo, porque el libro se titulaba Rigor mortis y yo, hacía muy poco, había enterrado bajo “mil metros” (guiño al primer libro de Daniel) un pedazo de mi corazón. Miedo a la presentación, miedo a la reseña, miedo a la muerte o más bien, como diría Daniel, miedo al ruido que deja la muerte.

Pero Daniel esta vez venía con una sorpresa. Algunos días después llegó el epílogo y encontré que Rigor mortis guarda para el lector la inequívoca certeza de que la esperanza es ineludible. Una esperanza real, tangible, tan tangible, que me miré al espejo y me vi envuelta en esa esperanza.

Rigor mortis
es una canción de muerte que llega a los oídos con clarísima definición. Los cuentos están escritos con una narrativa poética que nos desgarra el corazón y nos permite estar atentos al ruido, a la disonancia que produce la separación. Decidí leerlos mientras escuchaba el preludio del tercer acto de la Traviatta y encontré que Daniel, como Verdi, canta la muerte no canta sobre la muerte.

Y si en este punto ya se asustaron, quiero decirles que Daniel hace ver que estamos equivocados al escaparnos del tema de la muerte, porque al esconderlo nos ocultamos a nosotros mismos que solo sentimos la ausencia aquellos que hemos sido capaces de amar profundamente.

Recomiendo Rigor mortis porque sus relatos escritos en prosa musical nos llevan de la mano por los sentimientos de ausencia, abandono, soledad, impotencia y hasta miedo. Desmenuza con un estilo único las diferentes presencias de la muerte. Nos las entrega desde las miradas diferentes de sus aun más diferentes personajes y porque sus cuentos nos obligan, irremediablemente, a encontrar respuestas a nuestras propias muertes o a las ajenas. Léanlo, aunque le tengan miedo al tema. No solo porque al final nos entrega un mensaje de esperanza sino también para que se deleiten con su manejo del lenguaje.

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Recomendable: Para cuando creas que no hay muertes mejores.
Se lo regalaría a: A algún pata light, para que aprenda. Para que aprenda lo que es sentir de verdad.
Whisky con personalidad: Si este libro tuviera personalidad estaría vedado por la Iglesia porque sería a veces mujer y a veces hombre, dependiendo quien lo lea o quien llore con el.
Whisky en venta: Editorial Arkabas distribuye este libro. Así que si te da flojera ir a la librería, llámanos al 446-3517 y pide tu libro autografiado (nada de discriminaciones, hacemos envíos al exterior).

Ficha técnica:

Zúñiga-Rivera, Daniel
Rigor mortis - Mundo Ajeno Editores (Narrativa)
2008
74 p.; 13x21 cm.
ISBN: 978-603-45167-1-7




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"Toma a mi costado un puñado de esta arena y llora mientra la alzamos, soltando despacio la tierra alrededor, y las cenizas volarán con el viento a través de las montañas, y llevarán el grito de esas voces que no pueden gritar, y llevarán la canción que hemos aprendido a un lugar donde las piedras han caído y alguien necesita oirla cantar; toma este puñado conmigo, y esparce ese polvo plateado para que llegue lejos; a mi lado, siembra sus fragmentos en las grietas de mi corazón álgido, dame un color que no sea el que me da el silencio, dame un color que me deje olvidar ese destello y recuéstate a mi lado; siente los golpes de la tierra como un corazón luciente de calor, un murmullo que si escuchas bien (oyes los compases), se empieza a volver una melodía que llega a los oídos de ese pueblo tan lejano..."

domingo, marzo 09, 2008

Un intermedio

Sé que ahora tocaría una reseña, pero...


Han sido cuatro años desde la última vez que presenté un libro. En ese entonces pensaba que posiblemente no querría volverlo a hacer. No porque fuera una mala experiencia, sino porque descubrí que publicar es un oficio muy distinto al de escribir. Pero los años pasan y uno conoce gente que lo hace a uno renovarse. En cuatro años no solo cambié de opinión, sino que me convertí en editor para ayudar a otros a pasar por este proceso. Ahora me tocó a mí.

Este miércoles 12 de marzo a las 7 pm, en el Jazz Zone (Av. La Paz 646, Miraflores -en el centro comercial El Suche, al lado del hotel Maria Angola-), presento Rigor mortis, mi segundo libro. Y me parece mentira. Quería compartirlo con ustedes y, desde ya, están todos invitados a la presentación (le regalo un whisky doble a todos los que me digan que han llegado por intermedio del blog). A los que no viven en Perú pero les interesa el libro, abajo les dejo el link para que se contacten con la editorial y puedan hacer sus pedidos.

Gracias mil. Salud con todos.

Links:

miércoles, marzo 05, 2008

Ella dijo no me dejes nunca

Hubiera preferido amarte que morir. Y sin embargo, estoy aquí, tan muerto como aquel día en que despertamos juntos y no sabíamos qué hacer. Yo no soy feliz así. Sé que tú podrías serlo, pero también que hoy lloraste sobre mí y que no mentiste cuando dijiste "te necesito". Yo cavo mis tumbas con las manos lastimadas, pero las contemplo antes de entrar. Como si no pudiera evitar disfrutar la sensación del entierro en vida. Y aun así preferiría amarte.

Belle & Sebastian suena teatral con las luces apagadas, pero prefiero no meterme con los discos apropiados para momentos así. David Lynch distrae, me separa de la realidad donde me dolerías tanto, pero finalmente ni siquiera él puede evitar la parte de los créditos. Mi perro me presta atención hasta que el sueño le gana y la hora me va haciendo saber que también para mí es hora de dormir, que mañana habrá que trabajar, que despertaré así como he muerto, lastimado, cansado, lleno de pensamientos sobre presupuestos, libros, frases inconclusas, esos besos que uno le roba al tiempo, esa sensación de tenerte echada junto a mí y desear que todo acabe antes de que también nosotros tengamos que bajar el telón. Preferir amarte, desgarrarnos mutuamente, pretender que podemos olvidarlo todo, que somos otras personas. Pero sé también que al despertar continuaré quieto, con el mismo dolor, escuchando el mismo ruido. Todo, en fin, todo, pero nunca, nunca decir adiós.