miércoles, marzo 05, 2008

Ella dijo no me dejes nunca

Hubiera preferido amarte que morir. Y sin embargo, estoy aquí, tan muerto como aquel día en que despertamos juntos y no sabíamos qué hacer. Yo no soy feliz así. Sé que tú podrías serlo, pero también que hoy lloraste sobre mí y que no mentiste cuando dijiste "te necesito". Yo cavo mis tumbas con las manos lastimadas, pero las contemplo antes de entrar. Como si no pudiera evitar disfrutar la sensación del entierro en vida. Y aun así preferiría amarte.

Belle & Sebastian suena teatral con las luces apagadas, pero prefiero no meterme con los discos apropiados para momentos así. David Lynch distrae, me separa de la realidad donde me dolerías tanto, pero finalmente ni siquiera él puede evitar la parte de los créditos. Mi perro me presta atención hasta que el sueño le gana y la hora me va haciendo saber que también para mí es hora de dormir, que mañana habrá que trabajar, que despertaré así como he muerto, lastimado, cansado, lleno de pensamientos sobre presupuestos, libros, frases inconclusas, esos besos que uno le roba al tiempo, esa sensación de tenerte echada junto a mí y desear que todo acabe antes de que también nosotros tengamos que bajar el telón. Preferir amarte, desgarrarnos mutuamente, pretender que podemos olvidarlo todo, que somos otras personas. Pero sé también que al despertar continuaré quieto, con el mismo dolor, escuchando el mismo ruido. Todo, en fin, todo, pero nunca, nunca decir adiós.

No hay comentarios.: