jueves, mayo 22, 2008

El conde de Montecristo // Alejandro Dumas

A Isabel, la mujer más fuerte del mundo

Hace dos días se cumplieron 4 años. Y no sé qué pensar. No sé, como que nunca he sido muy bueno en esto de conmemorar a los míos. Me deprime un poco y no me gusta vivir deprimido, no creo que sería algo que tú hubieras aprobado. De todas formas me pregunto también si del otro lado alguien se da cuenta de ello, si no somos más que polvo para alimentar a la tierra, si no hay más vida que la vida en sí y todo lo demás lo inventamos, como si pudiéramos arrancar literatura del horror de la muerte.

Tú ni siquiera lo recuerdas (no sé si eso es posible donde estás), pero este fue mi primer libro. Dudo que lo hayas leído, para serte franco. Nunca te lo pude preguntar, pero lo dudo. Nadie en su sano juicio le regalaría este libro a un niño de cinco años. Pero tú lo hiciste y me salvaste la vida. Me convertiste sin querer en ese lector que puede quedarse horas leyendo la misma escena y saborearla sin importar cómo siga. Y me demoré todos estos años en leerlo completamente simplemente por respeto a ti y a ese momento. Quizás todo lo que pasó después fue consecuencia de eso y yo no puedo creer que nunca te lo dijera.

No me preguntes por qué ahora, después de tantos años. Ni por qué hoy y no hace dos días. Podría ser que estoy acostumbrado a perder las cosas que me importan. O a sufrir, o soportar los vientos en contra y salir siempre vivo, como un superviviente que se ha despojado de todo y puede por ello darse el lujo de volver a prisiones como esta y contemplarlas con nostalgia. Podría ser que ahora ya no tengo cinco años y casi todas las noches sueño pesadillas. Podría ser que tú tengas que ver con todo eso también. Podría haber llorado con el resto de los míos, podría haber hecho millones de cosas o millones de cartas o desgarrar papeles con palabras que dolieran menos de lo que tú siempre dolerás... Podría haber forzado tu voz a contarme sus secretos y narrarla en un giro de esos que llegan al alma en un instante fugaz, que parten como un golpe como tú también te fuiste, podría haber escrito la historia de ese día y fingir que no hay vuelta posible, que el personaje de esta historia no abandona su prisión, que no hay maestro que le enseñe a ser tan implacable, que vio envejecer sus manos y blanquear su pelo y que jamás pudo encontrar la forma de salir de If.

O quizás esta es mi forma de llorar. De decirle a todo el mundo que cuando veo sus ojos y noto tu brillo, yo me escondo o finjo reír y todo me es más fácil. Que no me gusta compartir el dolor propio porque ya lo hago con el de otros y lo llevo aquí, a mis manos que están tan cansadas. Y que quisiera contarte tantas cosas. Que quisiera contarte lo que he hecho en estos años, de la gente nueva que me acompaña, de lo que he logrado, de lo que no, de lo que sueño lograr y de lo que me he olvidado que logré también. Que quisiera abrazarte y no resignarme al "no se pude" de tu voz falsa. Quisiera no conformarme con un sueño idiota o mis ganas de escribir pensando que tuviste esa rara manía de siempre responder las cartas. Ya lo sé, que en la vida todo es fugaz, que las voces se apagan y que en su eco está el renacimiento que le da sentido a absolutamente todo lo que hago, ya lo sé. Que este libro es tu forma de decir que me amaste porque aunque no supiste nunca qué diablos había en él, yo lo pude descubrir y hoy sé sin duda que me debo a ese instante en que cambiaste el mundo para mí sin que yo pudiera darme cuenta. Eso es ser un niño y quizás es el único recuerdo que me queda de eso. Y sé también que otros se irán y que soportaré porque sigo siendo el mismo que se enfrenta a ciudades como esta y madrugadas como aquella y noches como la otra también, y que me he hecho fuerte porque tú eras fuerte y que la lluvia cae y todo se oscurece y no podemos evitarlo y no por ello perderemos el camino a casa, donde siempre algo espera, aunque no espere por uno.

Podría ser muchísimo más formal o mejor escritor y no poner palabras que se salen como un cataclismo sin forma. Pero es que este libro me emociona. Y tú me diste muchas cosas, pero tu primer regalo fue enseñarme lo que era la emoción. Y podría seguramente escribir algo mejor. Pero es que te extraño.

-0-

Recomendable: Para cuando nos sentimos vengadores enmascarados.

Ficha técnica:

No creo que sea necesaria. Hay miles de ediciones de este libro, compren por precio, calidad, carátula, etc. A gusto del cliente.

-0-

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Simplemente gracias, Daniel...

Anónimo dijo...

Coincido contigo en que uno se convierte en escritor o en enamorado de la lectura en un momento determinado. Y coincido en que un libro, en el momento y lugar apropiado, nos abre las puertas del mundo literario. Quizá hay que tener la suerte de encontrarlo o la suerte de tener a alguien que nos lo entregue con tanto cariño. En todo caso, tu comentario me encantó.

lucia dijo...

Es muy duro perder a un ser tan querido, pero nos queda el consuelo que una parte suya se quedo con nosotros en nuestros corazones, es precioso ese homenaje que le haces Daniel por medio de tu escritura y seguro que seguira estando muy orgullosa de ti .

-daniel dijo...

Gracias, Lucía y a todos por estos comentarios. Un poco tarde mi respuesta, pero en estas semanas de la vida de uno en que se siente que todo va a cambiar (vivan esas semanas), uno siente cerca a estas personas.