miércoles, mayo 28, 2008

En G menor

De aquí sintiendo a una parte

que me comporto como tú o seguimos siendo algo así como una sola palabra. No, no sabemos si correr sin respirar al mismo ritmo. Si solo pudiera morir una vez y reconciliarme contigo, si solo pudiera pedirte un momento que me enseñe el más puro despertar del sueño o ser, qué sé yo, la sonrisa que ya no nos daremos porque el día acaba y algo que sobraba me hace falta,

tu voz es tan dulce en un eco que me desangra

desangra mis oídos y todo sigue siendo así

hasta que muera con el corazón fulminado

hasta que muera con el alma quebrada en ti o

hasta que muera con el corazón fragmentado o

hasta que muera con el alma puesta en ti

y mi esperanza se reduzca a esto: veamos tu capacidad de demostrar tu amor, porque tus dolores ya no me sorprenden y nuestras soledades se enlazan.

Caeremos y yo caminaré en las calles húmedas de un sueño que derrama sangre

hasta que muera por haberlo intentado

hasta que muera con el corazón quebrado en ti

hasta que muera vacío de ti

hasta que muera sin saber si has llegado a perdonarme.

jueves, mayo 22, 2008

El conde de Montecristo // Alejandro Dumas

A Isabel, la mujer más fuerte del mundo

Hace dos días se cumplieron 4 años. Y no sé qué pensar. No sé, como que nunca he sido muy bueno en esto de conmemorar a los míos. Me deprime un poco y no me gusta vivir deprimido, no creo que sería algo que tú hubieras aprobado. De todas formas me pregunto también si del otro lado alguien se da cuenta de ello, si no somos más que polvo para alimentar a la tierra, si no hay más vida que la vida en sí y todo lo demás lo inventamos, como si pudiéramos arrancar literatura del horror de la muerte.

Tú ni siquiera lo recuerdas (no sé si eso es posible donde estás), pero este fue mi primer libro. Dudo que lo hayas leído, para serte franco. Nunca te lo pude preguntar, pero lo dudo. Nadie en su sano juicio le regalaría este libro a un niño de cinco años. Pero tú lo hiciste y me salvaste la vida. Me convertiste sin querer en ese lector que puede quedarse horas leyendo la misma escena y saborearla sin importar cómo siga. Y me demoré todos estos años en leerlo completamente simplemente por respeto a ti y a ese momento. Quizás todo lo que pasó después fue consecuencia de eso y yo no puedo creer que nunca te lo dijera.

No me preguntes por qué ahora, después de tantos años. Ni por qué hoy y no hace dos días. Podría ser que estoy acostumbrado a perder las cosas que me importan. O a sufrir, o soportar los vientos en contra y salir siempre vivo, como un superviviente que se ha despojado de todo y puede por ello darse el lujo de volver a prisiones como esta y contemplarlas con nostalgia. Podría ser que ahora ya no tengo cinco años y casi todas las noches sueño pesadillas. Podría ser que tú tengas que ver con todo eso también. Podría haber llorado con el resto de los míos, podría haber hecho millones de cosas o millones de cartas o desgarrar papeles con palabras que dolieran menos de lo que tú siempre dolerás... Podría haber forzado tu voz a contarme sus secretos y narrarla en un giro de esos que llegan al alma en un instante fugaz, que parten como un golpe como tú también te fuiste, podría haber escrito la historia de ese día y fingir que no hay vuelta posible, que el personaje de esta historia no abandona su prisión, que no hay maestro que le enseñe a ser tan implacable, que vio envejecer sus manos y blanquear su pelo y que jamás pudo encontrar la forma de salir de If.

O quizás esta es mi forma de llorar. De decirle a todo el mundo que cuando veo sus ojos y noto tu brillo, yo me escondo o finjo reír y todo me es más fácil. Que no me gusta compartir el dolor propio porque ya lo hago con el de otros y lo llevo aquí, a mis manos que están tan cansadas. Y que quisiera contarte tantas cosas. Que quisiera contarte lo que he hecho en estos años, de la gente nueva que me acompaña, de lo que he logrado, de lo que no, de lo que sueño lograr y de lo que me he olvidado que logré también. Que quisiera abrazarte y no resignarme al "no se pude" de tu voz falsa. Quisiera no conformarme con un sueño idiota o mis ganas de escribir pensando que tuviste esa rara manía de siempre responder las cartas. Ya lo sé, que en la vida todo es fugaz, que las voces se apagan y que en su eco está el renacimiento que le da sentido a absolutamente todo lo que hago, ya lo sé. Que este libro es tu forma de decir que me amaste porque aunque no supiste nunca qué diablos había en él, yo lo pude descubrir y hoy sé sin duda que me debo a ese instante en que cambiaste el mundo para mí sin que yo pudiera darme cuenta. Eso es ser un niño y quizás es el único recuerdo que me queda de eso. Y sé también que otros se irán y que soportaré porque sigo siendo el mismo que se enfrenta a ciudades como esta y madrugadas como aquella y noches como la otra también, y que me he hecho fuerte porque tú eras fuerte y que la lluvia cae y todo se oscurece y no podemos evitarlo y no por ello perderemos el camino a casa, donde siempre algo espera, aunque no espere por uno.

Podría ser muchísimo más formal o mejor escritor y no poner palabras que se salen como un cataclismo sin forma. Pero es que este libro me emociona. Y tú me diste muchas cosas, pero tu primer regalo fue enseñarme lo que era la emoción. Y podría seguramente escribir algo mejor. Pero es que te extraño.

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Recomendable: Para cuando nos sentimos vengadores enmascarados.

Ficha técnica:

No creo que sea necesaria. Hay miles de ediciones de este libro, compren por precio, calidad, carátula, etc. A gusto del cliente.

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miércoles, mayo 21, 2008

Armas en arados

Vuelvo convertido en el hombre fuerte cuya mirada es capaz de devastar a quienes una vez me hicieron daño. Ya no le temo a los espejos ni a las muchachas de ojos claros ni a los imbéciles de migraciones ni a las calles y sus reflejos.

Y sin embargo, no busco venganza ni despertar envidia. Busco simplemente el tránsito ligero de quien da un paso sin pensarlo y puede por eso darse el lujo de olvidarlo.

Quizás por ello me he vuelto tan implacable. Sí. Quizás en eso consiste esta fortaleza forjada de cicatrices. En volver convertido en sanador a donde una vez fui un asesino.

domingo, mayo 11, 2008

Delirio // Laura Restrepo

No sé, nunca he sido muy fanático de los premios Alfaguara. Alguna época les daba un poco más de importancia, pero definitivamente son más mercadeo que otra cosa. Puede que ligue como puede que no. Nada que ver con, por ejemplo, el premio Herralde, donde cada año te preguntas qué tan bueno será el libro, pero sabes que de 3.5 no baja. He leído premios Alfaguara que he calificado con menos de 2 estrellas en mi ranking personal. Ya, desde luego eso no quiere decir nada, es una visión absolutamente propia, pero creo que hay libros que, francamente, me han hecho perderle un crédito tremendo a esta editorial. Por ejemplo, El turno del escriba, una novela que es un ejemplo perfecto de un avión que llega a una aceleración brutal en tierra, pero que nunca llega a despegar. Tampoco soy un fanático de Abril rojo. He tenido varias discusiones al respecto, pero en fin.

Delirio llegó a mí en la forma de un regalo. Mi hermana (vaya un beso grande para ella en su primer día de la madre) me lo regaló unas vacaciones, el día antes de que yo me volviera a Argentina. Me dijo que lo había leído y que a ver qué me parecía. La llamé a los pocos días diciéndole que lo había empezado y que estaba muy emocionante. Al día siguiente no toqué el tema del libro hasta que ella me preguntó. Y tuve que decirle la verdad: "como que la segunda mitad decepciona, ¿no?". "Psé", me dijo ella, "pero quería saber si era solamente yo".

Mirando mi ranking, veo que le puse 2.5. Eso significa "pudiste ser mucho mejor...". Capaz es un poco abusivo, pero creo que quizás no hubiera sido tan duro con ella si no tuviera el rótulo gigante de cuchucientasmil copias vendidas y ganadora del premio y demás. El argumento es francamente brillante: un hombre vuelve de un viaje y encuentra a su mujer completamente loca. Cómo y por qué ha ocurrido tal cosa es lo que se propone descubrir, y entra así, sin pretenderlo, a un mundo oculto y peligroso, donde se mezclan el narcotráfico, la guerrilla colombiana y el misterioso pasado de su mujer. La novela posee pasajes verdaderamente abrumadores y emocionantes, y llega a un clímax quizás demasiado temprano, porque de un momento a otro, como es la locura, todo lo que se había construido con minuciosidad y calma termina por derrumbarse antes de tiempo, dejándonos con varias páginas todavía por leer, pero que podrían tranquilamente no estar más allí. En fin, odio cuando eso pasa. Hay novelas que levantan vuelo demasiado tarde, como hay otras que caen antes de tiempo. Ambas cosas son imperdonables, pero lo primero es considerablemente menos grave. Delirio termina por convertirse en un ejercicio que fracasa al ligarse demasiado a otras novelas semejantes a su generación, al alejarse de su argumento simple pero terriblemente envolvente y efectivo.

Pero para no ser cruel con esta novela, creo que vale la pena decir que sí la recomiendo. No me la compraría, pero sí diría que vale la pena pedirla prestada y echarle un ojo. Deja el sinsabor de que pudo ser algo más, pero por otro lado sus buenos momentos también la hacen una novela que no se olvida fácilmente. Lo que es yo, no vuelvo a comprar un premio Alfaguara solo por el rótulo, claro está. Pero tampoco dejaré de estar atento a los andares de Laura Restrepo. Puede ser que, como otros antes que ella, llegue el momento en que despegue y todo haya valido la pena.


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Recomendable: Para cuando queremos algo muy sudamericano, que te sumerja muy rápido y que no te cree grandes expectativas.
Se lo regalaría a: Alguna persona de esas que conoces una noche y con la que te llevas increíble, pero cuando siguen viéndose descubres que fue cosa del momento.

Ficha técnica:

Restrepo, Laura
Delirio - Alfaguara
2004
352 p.; 24x15 cm.
ISBN: 958-704-145-3










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"Supe que había sucedido algo irreparable en el momento en que un hombre me abrió la puerta de esa habitación de hotel y vi a mi mujer sentada al fondo, mirando por la ventana de muy extraña manera. Fue a mi regreso de un viaje corto, solo cuatro días por cosas de trabajo, dice Aguilar, y asegura que al partir la dejó bien, Cuando me fui no le pasaba nada raro, o al menos nada fuera de lo habitual, ciertamente nada que anunciara lo que iba a sucederle durante mi ausencia, salvo sus propias premoniciones, claro está, pero cómo iba Aguilar a creerle si Agustina, su mujer, siempre andaba pronosticando calamidades, él ha tratado por todos los medios de hacerla entrar en razón pero ella no da su brazo a torcer e insiste en que desde pequeña tiene lo que llama un don de los ojos, o visión de lo venidero, y solo Dios sabe, dice Aguilar, lo que eso ha transtornado nuestras vidas."
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sábado, mayo 03, 2008

Acúname, muchacha, no te conformes con no oír

Recordar aquello que me hizo ser un niño. Y todo lo demás. Haberme alimentado de mis juegos a escondidas.

Tú estás loco, paras inventando historias.

Y saber que es cierto y escuchar

que debes ser más serio y buscar a Dios,

pero quizás primero debes buscar en ti, me dije, y escribí una historia. Los caballos la oyeron, los amigos se fueron, los padres evitaron encontrarla, los profesores dijeron

no,

eso no se parece a Dios.

De qué te quejas ahora. ¿Volver a ser un niño? Date cuenta: siempre, siempre has estado solo.