martes, mayo 11, 2010

Del día fugitivo

Nada tiene salvación, no, nada, nada
nada tiene salvación,
permaneceremos recostados
sobre las espaldas del otro
mientras la noche canta con melismas que desdobla
como nos desdoblamos.

Y me verás correr,
correr a ti, me verás correr,
pero no llegaré jamás, porque nunca he sido
un fugitivo.

No sé por qué crees
que para mí la libertad es sinónimo de huir.

Si urge tanto arder, adelántate tú,
o échame sin miramientos a la llama,
si tanto te urge llegar antes que yo, adelántate
o pierde nuestras proviciones
apostándole al sol de la mañana

cuando nada,
nada tiene salvación.

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