lunes, mayo 21, 2007

La amigdalitis de Tarzán // Alfredo Bryce Echenique

Este quizás es un libro que se define más bien por lo que no es. No es una historia feliz, pero definitivamente te hace reír, porque la escribe Bryce. Tampoco es un libro para encontrar frases que te llegan al alma, pero empieza con algo tan pertinente como "Diablos... Tener que pensar, ahora, al cabo de tantos, tantísimos años, que en el fondo fuimos mejores por carta". No es tampoco un gran libro y no es, definitivamente, un mal libro. No es el libro que recomendaría de Bryce a absolutamente nadie (Un mundo para Julius, La vida exagerada de Martín Romaña, No me esperen en abril y un par de cuentos se llevan ese laurel, en mi opinión), y no es tampoco un libro que desanimaría a nadie de leer. Este es uno de esos libros que simplemente pasan y dan gusto. Que uno podría incluso llegar a releer o hasta a tomarles algo de cariño, porque no son de esos que se te quedan marcados en la cabeza.

Primero, que quizás sea válido decir que la obra de Bryce es una larga y sucesiva historia de amor. Segundo, que quizás por eso cuando uno lo lee lee más a Bryce Echenique que al libro. Y tercero, que con La amigdalitis de Tarzán pasa exactamente eso: se repiten los personajes (un artista, una única muchacha que es el gran amor de toda una vida), los escenarios (París, Lima, otro montón de ciudades) y hasta las técnicas (aquello de los detalles que componen una relación, una vida, un código que sólo significa algo para y en la historia). Y bueno, como que Bryce se da el gusto de algo que parece gustarle mucho: incursionar en el género epistolar con el mismo estilo con el que lleva la narrativa. Es decir, mostrar que Bryce es Bryce escriba como escriba y escriba sobre lo que escriba, porque sencillamente dice las cosas como quien las cuenta a un amigo.

Pero entonces, ¿por qué este libro? Ah, porque habla de algo que Bryce siempre ha rozado, pero a lo que nunca le había dedicado toda una novela: ese maldito tema de la distancia. Porque debe haber mil novelas sobre ese mismo tema, y mil novelas sobre cartas de amor de dos personas que, ulteriormente y más allá de todos los avatares de la relación, simplemente se extrañan. Pero Bryce es Bryce, y en eso de las cartas de amor hay pocos que digan las cosas de una manera tan pertinente como él. Porque la distancia es algo de nostalgia y algo de tristeza y algo de resignación, y en la prosa de este escritor de eso hay hasta cansarse. O hasta nunca cansarse, mejor dicho.

Y es que La amigdalitis de Tarzán es una historia sobre el desencuentro. Sobre esas relaciones que fallan no porque falte amor, o ganas, o ni siquiera entendimiento. Simple y llanamente que la vida es la vida. Que uno no siempre elige dónde o con quién quiere estar y que el tiempo es una especie de capricho y a veces eso es difícil de aceptar. Y es que hay personas en la vida que pueden tenerlo todo... Todo menos ese "ETA" (Estimated time of arrival) del que tanto habla Bryce en esta novela, de manera absolutamente irónica, pero también absolutamente cierta. Y, lección difícil de aprender, a veces en el oportunismo está la única esperanza de futuro.

Pues este es uno de esos libros que deben caer así, en el momento justo, como para dedicárselos a alguien, como para sentir que uno los entiende; porque de lo contrario probablemente los pasas por alto. Y pues, como no es un libro que uno leería siempre, hay que hacerlo apenas haya oportunidad, porque sólo entonces encuentra uno en él lo mejor que tiene para ofrecernos. Y es que, así como esta novela empieza con una oración que nos advierte desde el vamos de una historia condenada al fracaso, ese fracaso se reivindica por la acción del imposible, de saber sortearlo. Como esas personas que son para siempre porque nos dan lo mejor de sí en el momento en que más lo necesitamos, aunque en el futuro nos terminen doliendo. Y es que pocas veces en la vida uno llega a robarse algo que valga la pena. Y no importa luego el castigo, no importa cómo se vengue la vida. Lo único que importa es que ya nadie podrá quitarnos lo que tomamos.

-0-
Recomendable: Para esos amores que se hacen imposibles y no es culpa de ninguno de los dos. Para el que se dio cuenta que estaba enamorado justo el día antes de que la chica se te vaya para siempre a algún país donde seguro ni hay teléfono. Para el que encuentra una relación que vale la pena en el momento menos oportuno. Para todos los que tienen pésima suerte con eso del ETA.
Se lo regalaría a: La chica con la que siempre fui mejor por carta. La chica con la que siempre seré mejor en persona. La que sabe que le estoy dedicando este libro por razones obvias.
Una curiosidad: Me acabo de dar cuenta que voy tres reseñas al hilo de autores peruanos. La verdad no fue a propósito. A lo mejor estoy extrañando más de lo que pensaba.

Ficha técnica:

Bryce Echenique, Alfredo
La amigdalitis de Tarzán - Alfaguara; 1999
328 p.; 13x21 cm.
ISBN: 8420430765






-0-

"Nunca hubo una pareja que se separara en un aeropuerto con una fe tan grande en el futuro, con tantas ilusiones compartidas y tantos proyectos comunes, como Fernanda y yo. ¿Fue simple buen gusto, simple deseo de que acabara con besos y sonrisas esa semanita que terminó por convertirse en un sueño realmente vivido y compartido? Ahora que muchos de esos intensos deseos pertenecen al pasado, ahora que nada nos salió del todo mal ni tampoco bien, ahora que sólo quedan un montón de cartas de Mía, alguno que otro trozo escrito por mí y también algunas de mis cartas posteriores al robo de Oakland, muchísimo cariño y amistad, y la misma confianza y complicidad de siempre, tal vez lo único que podríamos decir Fernanda y yo es que hay despertares sumamente inesperados y que, incluso, a veces, en nuestro afán de no causarle daño alguno a terceros, terminamos convertidos nosotros en esos terceros. Y bien dañaditos, la verdad."

6 comentarios:

Anónimo dijo...

un muy buen libro, es de esos que dejan cicatriz, y demuestran que en la vida hay piscaz d magia
me agrada tu escrito, talvez uno dedicado a julio cortazar estaria interesanrte , mi correo es :francio_romeo@hotmail.com
me agradaria charlar contigo

Anónimo dijo...

Tiene mucha razón este es un libro que se debe leer en el momento exacto para entenderlo, y obsequiarlo a la persona correcta y en el momento exacto... es buenazo y no me canso de leerlo una y otra vez para recordar que hay cosas que uno debe hacerlo en el momento debino para no lamentarlo despues...

Anónimo dijo...

definitivamente, este libro es para mi...eso del ETA en mi vida es algo que fallò cuando más debió darse...mi vida es un testimonio de eso. Pero también aprendí que no puedo permitir que eso me pase de por vida y que no importa cuántas veces tome intentarlo...

siempre hay que hacerlo! como decia una frase de einstein...no permitas que te detengan los que no sueñan...

María Cecilia dijo...

Este libro me lo recomendó una amiga porque le recordaba una situación que yo vivía en ese momento, el "Estimated time to arrival" que siempre juega con nosotros. Concuerdo en lo que dices, hay relaciones que no se dan no porque no haya amor ni entendimiento, sino porque asi es la vida. El tiempo y el azar no están siempre de nuestro lado, Saludos!

Mª Cecilia

Anónimo dijo...

Me parece ironico y a veces ridiculo pero se parece a una etapa de mi vida, una chica me conto sobre esta obra la escuche de lo que normalmente no lo hacia y me parecio interezante pero lo mas interezante es que me esta pasando lo mismo y me trajo a la memoria esta obra despues de tanto tiempo cuando la volvi a ver y como el personaje de la obra me arrepiento de lo que no hice pero bueno asi es la vida y de eso se trata esta obra, buena se las recomiendo.bye...

galatea dijo...

Así fue, en mi caso, lo leí en el momento en que todo era ETA en mi vida afectiva-amorosa y cuando parecía que todo era mejor por cartas... y así me he ido quedando, fabricando mi mundo a través de lo epistolar, satisfaciendo así mis requerimientos del momento. Y este libro, poco o casi nada citado (fue una suerte encontralo en este blog y con tan buen y amplio comentario) lo he guardado en mis recuerdos por largos años y mi vida ha tenido un poco de eso, la eterna añoranza pero sin dejar a un lado el humor. El título lo había olvidado por completo, no es lo mejor.
Saludos,
Galatea.