martes, marzo 25, 2008

Juramento de la lluvia

Yo tengo un pacto con la lluvia, muchacha: yo me dejo empapar por ella, siempre que aparece salgo vestido de gala para que arruine mis mejores trajes y jamás, por nada de este mundo, cargo conmigo un paraguas. A cambio, tengo la libertad de esperanzarme en una recompensa cualquiera. Y mi única recompensa hoy por hoy puedes ser tú. La lluvia no es benevolente, y eso me reconforta. Me empapa como si el mar me cubriera y se volviera una segunda piel sobre la mía, me hiela desde los nervios hasta el alma, me hace desear estar en casa, me hace desear estar contigo. Y jamás amaina cuando estoy, por ejemplo, esperando por un colectivo, cuando simplemente estoy fuera y por ese pacto no camino bajo los balcones sino en la intemperie, para permitir que me torture de esa manera dulce y enervante que sólo conoce la lluvia, entre sus tantos secretos. No, no es benevolente. Aprovecha toda promesa para obligarte a cumplirla hasta la infinitud. Pero de la benevolencia uno no puede esperar más que piedad, compasión, ayudas que no hacen demasiada diferencia. En cambio de la lluvia, de una lluvia que se niega a darme nada a cambio, sé exactamente qué esperar. Y lo único que yo logro arrancarle con las uñas empapadas por su velo eterno desdoblándose sobre mí, lo único que espero, es la espera misma. Es este vivir ya no soñándote, sino amaneciendo de los sueños para esperar que se me cumplan. Me hago fuerte esperándote porque mis dolores son insoportables pero solo quiero transitarlos, solo quiero estar mientras el tiempo se regocija y saber que tú estarás algún día, que mi esperanza aún la llevo conmigo y todo, pese a todo, con todo, sobre todo lo demás. Te extraño y te seguiré extrañando. Pero si la lluvia aún no ha roto con el eco de mi voz, si mis palabras te han llegado, tal vez algún día podamos pararnos bajo la lluvia y saber que es la misma en cada lado del espejo, del mundo, de estas ciudades que nos son ajenas. Quizás ambos podamos sonreír para sentirnos cerca, cerrar los ojos. Y ahí, al abrirlos, descubrir que estamos juntos, mirando el mar, extrañándonos por gusto, porque nuestras miradas convergen y nuestras manos se han enmarañado en una dulzura infinita que solo conoce aquél que ha aprendido, después de tormentas y marejadas, a esperar.

3 comentarios:

Marie-Cécile dijo...

Ola,

Buscando El Otro de Borges, Google me desembarco en medio de Un whisky doble para el alma. Descubri sus consejos literarios et sus pensamientos claroscuros que me encantan.
Tengo la lectura como una criatura hambrienta; raramente se tranquiliza cuando reconoce tras libros una musica embriagadora. Esta musica la oigo en sus palabras. Regularmente pasé por aqui y pensé: "Este joven hombre deberia escribir".
Que feliz noticia fue la publicacion de Rigor mortis! Desgraciadamente, lo hecho de menos, no puedo conseguir el libro. Le deseo mucho exito.
Le agradezco seguir escribiendo en el Blog. Hoy maravilla. Juramento de la lluvia. Me atropella.
Gracias Daniel.

-daniel dijo...

Muchas gracias por tu comentario, marie-cécile, espero que sigas encontrando esa música en este rincón que para mí es un salón al qué retirarme a experimentar con las notas.
Respecto a Rigor mortis, por favor, no dudes en contactarme a

editorialarkabas@gmail.com

estamos distribuyendo el libro, y por supuesto que estaremos encantados de hacértelo llegar, aunque ya a estas alturas está en las librerías de Lima.

Un saludo afectuoso,

- daniel

Marie-Cécile dijo...

Lima...

Pido un mensaje!