lunes, septiembre 21, 2009

Pirógena

Soy un mal esposo. Sé que lo soy.
Debería amarte siempre, sin fijaciones ni espejos ni temor de ningún tipo.
Pero temo
cuando alzas la voz o quiebras mi aullido,
sé que debería amarte como eres, sin cambiarte en nada, sin exigirte nada para mí;
que debería por ejemplo,
pasear a los perros y ayudarte sin que me lo digas a lavar la vajilla los domingos. Que podría hacer limpiar tu auto por dentro, y sorprenderte con la ropa ordenada,
que debería ser puntual y amarte solo lo necesario,
que no debería buscar tu roce cuando tienes sueño,
que debería respetar tu espacio cuando te enojas y entender
siempre entender,
que no querrás cambiar por nadie.
Pero soy un mal esposo.
Paso las tardes mirando las cartas del tarot y escribiendo en las paredes,
cosechando las flores silvestres de mis castillos de humo,
lamentándome de mi incapacidad de ser más fuerte.
Y solo no puedo amarte,
cómo puedo,
cuando sabes que soy tan sensible, tan emocional, tan frágil
y te pido que me salves con un beso, una palabra a destiempo, un verbo que no espero,
y en vez susurras
"yo sí quiero morir".

1 comentario:

vivisha dijo...

muy buen relato. funciona ?