lunes, abril 26, 2010

Un domingo te pedí perdón

Todavía no han bajado las primeras gotas
que anuncian la llovizna invernal que jamás será diluvio.
Mi único entretenimiento consiste en perderme entre los pájaros que bajan,
sedientos de migajas, heridos tras rozar el sol,
y el amor en que confío será después de mí solo un papel para arrugar.

Cuando el tiempo se presenta así
y los recuerdos se convierten en paredes de hormigón,
la frente tibia en que chocábamos antes del beso me recuerda a algo,
despojado de mis velos, coronado solo por las lágrimas del miedo,
las pastillas surten bien su efecto: por la mañana ya no seré yo.

Y quisiera desear (es decir, poder pedirlo sin que sea mala acción),
la posibilidad de que me oyeras algo, que no volvieras a sentenciar
"vuelve allá si quieres, olvídate de mí si eso es lo que sientes".
Pero lo único que quiero es recoger una vez más tu mano.
Mis explicaciones sirven un momento, pero las dudas permanecen más.

Podría ser que entiendas lo mucho que llegas a significar,
que mis lágrimas son solo la felicidad de haber huido
de las fauces de un demonio que espinó mi corazón en cada tarde.
Los domingos muestran sus esquinas desoladas,
mañana entre murmullos el único solo seré yo.

Y puede ser que entiendas, que tu sonrisa y tu capacidad de amar
sean más fuertes que mis días de enfermedad y desvarío.
Puede ser que sí podamos ignorar, después de todo, la emoción que me impulsa al filo de la muerte que inventé.
Pero los pájaros siguen llamando sin saber en qué estación volar.
Y el amor que inventas por las noches,
no me alcanza para huir de pesadillas y enfrentar la realidad.

La verdad es que no podría amarte más.
La verdad es que si no dijera, no sabría cómo compartir
las partes de mí a las que les tengo tanto miedo.
Sé que puedes intentar huir, que no es necesario enfrentar el riesgo de mirarnos a la cara.
Pero creo que esta vez podría ser distinto,
que me amas de verdad,
que puedo llorar sin esperar reproches,
que algunas palabras, por mucho que nos hagan daño,
fueron hechas con el mismo amor que los silencios que nos llegan a salvar.

3 comentarios:

Descalza dijo...

" que algunas palabras, por mucho que nos hagan daño, fueron hechas con el mismo amor que los silencios que nos llegan a salvar"
Se me escarapeló el cuerpo cuando lei este fragmento.Recordé que no todos los silencios duelen, que ahy algunos que como bien dices, pueden ser salvavidas.

Descalza dijo...

Fe de erratas: hay*

Sandra dijo...

Me gusta ésto Daniel.
Saludo
(desde Argentina)