El realismo... ese movimiento maravilloso del cual aparecieron algunos de los autores más importantes de la literatura universal. Bien, sólo por nombrar un par (y sólo por fastidiar un poco), podríamos recordar a Flaubert y sus increíbles técnicas literarias; un autor que no sólo inventó la simultaneidad para la literatura, sino que abrió un campo de posibilidades infinitas para todos los que vinieron después. Pero también podríamos traer a alguien mucho más discreto (al menos en apariencia) y probablemente igual de genial. Se trata de Anton Chejov, ese infatigable autor ruso que publicaría tantas obras de teatro y tantos relatos célebres.
"La dama del perrito" narra el amor de dos personas aparentemente diferentes, y que sin embargo encuentran el único reflejo de ellos mismos en el otro. Por un lado está el maduro y serio Dmitri Dmítrievich Gúrov, hombre de pocos amigos, muchos romances y harto del sosiego y la monotonía, cuya única ambición al inicio de este cuento es, justamente, deshacerse del tedio que parece acosarlo en todas sus acciones. Por otro lado la frágil y todavía ingenua Anna Serguéyevna, uno de los personajes femeninos más memorables de la literatura universal. Lo más hermoso de Anna no es su melancolía, o esos arrebatos inesperados de lágrimas que, ciertamente son conmovedores (está esa escena particularmente memorable en que Anna declara "Nunca he sido feliz, ahora soy desgraciada y nunca, nunca seré feliz, ¡nunca!). No. Lo más hermoso de Anna es su cotidianidad, su sosiego que tranquilamente podría pasar por melancolía. Anna Serguéyevna es el modelo de una mujer cuyas lágrimas son producto de su aburrimiento, pero cuya sonrisa la define como un milagro. Sus eternos ojos grises, su cotidianidad, todo ello es justamente el núcleo de un amor que golpea a cualquiera, porque esta no es una novela sobre seres que afrontan una tormenta invencible, sino una novela de dos seres humanos que sufren, se enamoran y son incapaces de franquear las debilidades sencillas pero inquebrantables de la sociedad humana. Es un amor real en todo el sentido de la palabra, porque ni Gúrov ni Anna pueden ya vivir el uno sin el otro, y para ellos la realidad ha cambiado completamente, aunque ello no les haga la vida más fácil.
Este es un cuento especialmente recomendable no sólo por el extraordinario talento narrativo de Chéjov, que, como él decía, no es el tío que se sienta en la mesa a contar un relato fantástico, sino aquél amigo al que empezamos oyendo por compasión y en el que terminamos identificándonos como humanos. Este cuento vale la pena por esa terrible sensación de fragilidad que esos personajes nos transmiten, y porque esa fragilidad también la compartimos. Después de todo, no somos más que esos seres frágiles, fugaces, que buscan en otros lo que de ninguna manera puede lograr uno solo: saber que, aunque el tiempo aceche en cada esquina, quizás en nuestra capacidad de dejar un rezago de nosotros en otra persona se encuentra uno de los ingredientes de nuestra verdadera fortaleza.
"La dama del perrito" narra el amor de dos personas aparentemente diferentes, y que sin embargo encuentran el único reflejo de ellos mismos en el otro. Por un lado está el maduro y serio Dmitri Dmítrievich Gúrov, hombre de pocos amigos, muchos romances y harto del sosiego y la monotonía, cuya única ambición al inicio de este cuento es, justamente, deshacerse del tedio que parece acosarlo en todas sus acciones. Por otro lado la frágil y todavía ingenua Anna Serguéyevna, uno de los personajes femeninos más memorables de la literatura universal. Lo más hermoso de Anna no es su melancolía, o esos arrebatos inesperados de lágrimas que, ciertamente son conmovedores (está esa escena particularmente memorable en que Anna declara "Nunca he sido feliz, ahora soy desgraciada y nunca, nunca seré feliz, ¡nunca!). No. Lo más hermoso de Anna es su cotidianidad, su sosiego que tranquilamente podría pasar por melancolía. Anna Serguéyevna es el modelo de una mujer cuyas lágrimas son producto de su aburrimiento, pero cuya sonrisa la define como un milagro. Sus eternos ojos grises, su cotidianidad, todo ello es justamente el núcleo de un amor que golpea a cualquiera, porque esta no es una novela sobre seres que afrontan una tormenta invencible, sino una novela de dos seres humanos que sufren, se enamoran y son incapaces de franquear las debilidades sencillas pero inquebrantables de la sociedad humana. Es un amor real en todo el sentido de la palabra, porque ni Gúrov ni Anna pueden ya vivir el uno sin el otro, y para ellos la realidad ha cambiado completamente, aunque ello no les haga la vida más fácil.
Este es un cuento especialmente recomendable no sólo por el extraordinario talento narrativo de Chéjov, que, como él decía, no es el tío que se sienta en la mesa a contar un relato fantástico, sino aquél amigo al que empezamos oyendo por compasión y en el que terminamos identificándonos como humanos. Este cuento vale la pena por esa terrible sensación de fragilidad que esos personajes nos transmiten, y porque esa fragilidad también la compartimos. Después de todo, no somos más que esos seres frágiles, fugaces, que buscan en otros lo que de ninguna manera puede lograr uno solo: saber que, aunque el tiempo aceche en cada esquina, quizás en nuestra capacidad de dejar un rezago de nosotros en otra persona se encuentra uno de los ingredientes de nuestra verdadera fortaleza.
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Recomendable: Como todo lo realista, cuando uno está harto de desvariar.
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"En Oreanda se sentaron en un banco, no lejos de la iglesia, y estuvieron mirando abajo, al mar, en silencio. A través de la niebla del amanecer, Yalta casi no se veía, en las cumbres de las montañas se mantenían inmóviles las nubes blancas. Las hojas no se movían en los árboles, chirriaban las cigarras, y el monótono y sordo rumor del mar, que llegaba desde abajo, les hablaba de paz, del sueño eterno que nos espera.
Así sonaba el mar allí abajo, cuando aún no estaban aquí ni Yalta, ni Oreanda, así seguía ahora el rumor y así seguiría, igual de indiferente y sordo, cuando no estuviéramos. Y en esta inmutabilidad, en la completa indiferencia hacia la vida y la muerte de cada uno de nosotros se esconde, quizá, el secreto de nuestra salvación eterna, del ininterrumpido movimiento dela vida en la tierra, del constante perfeccionamiento."
4 comentarios:
Aqui la adaptación en modo de corto amateur de presupuesto cero de otro cuento del Chejov: EL TaLENTO.
http://7potosi.blogspot.com/search/label/El%20talento
Me dieron ganas de leer a Chejov. Gracias.
"Pero definitivamente soy mejor mintiendo." ¿Estás diciendo la verdad?
Todo lo que digo en este blog es mentira salvo por esto (que también está en este blog).
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